jueves, 18 de diciembre de 2014

Una mañana cualquiera

Como una mañana de verano cualquiera, Elena y Ander se leventaron con los madrugadores pero fuertes rayos de sol que se colaban por su ventana. Los pajarillos ya comenzaban a canturrear y en la lejanía, se oía también algún que otro ladrido de Polvorón jugueteando y persiguiendo a algún ratoncillo asustado del jardín. La casa nueva de la tía era espectacular, tenía un jardín enorme y un montón de espacio para que los mellizos jugasen todo el verano mientras sus padres se quedaban en la ciudad trabajando. ¡Tenía, incluso, piscina!

Como una mañana cualquiera, los pequeños deboraron el desayuno que la tía Bea les había preparado: tostadas con mermelada de la abuela, un tazón enorme de colacao y un zumo como a ellos les gusta, ¡sin pulpa!. Cuando terminaron, Ander, entusiasmado, le preguntó a Elena:

-¡¿A qué podemos jugar hoy?!
-No sé, mmm... Podríamos jugar con los coches que nos regaló el tío Jon el año pasado.
-No, eso no me apetece, no me apetece jugar con juguetes. ¿Nos bañamos en la piscina?
-La tía dijo ayer que la iba a limpiar por la mañana y que si nos queríamos bañar hoy tenía que ser por la tarde.
-Jope, pues qué podemos hacer... ¡Ya hemos hecho de todo!
-¡¡Eh Ander, tengo una idea!! ¡¡Podríamos hacernos unos catalejos y explorar la casa!! ¡¡Y coger a Polvorón para que venga con nosotros!! ¡¡El jardín podría ser la selva!!
-¡¡Síi me encanta la idea Elena!! ¡¡Dejemos corriendo las tazas en el fregadero y vamos a hacer los catalejos!!

Dicho y hecho. Fueron corriendo donde la tía Bea, que estaba cortando algunas malas hierbas del jardín. Le contaron su emocionante plan y, casualidad, la tía tenía guardados unos cuantos rollos de papel que de manera muy previsora había guardado para hacer manualidades con sus sobrinos durante las vacaciones. Pintaron con rotus los cartones, Elena de verde y Ander de morado, y con un cordel que la tía les había dejado y que pegaron con celo, se colgaron sus nuevos instrumentos del cuello. ¡Ya estaban listos para explorar!

Los valientes exploradores comenzaron su emocionante aventura por la selva. Pasaron por arenas movedizas, ríos, ¡e incluso tuvieron que escapar corriendo de un león! Menos mal que el valiente tigre Polvorón les acompañaba y protegía de los animales más feroces de la selva.

También estuvieron bajo el mar, conocieron a Ariel, a Nemo, ¡y a una ballena! Fue emocionante charlar con ellos un rato, pero como tenían que seguir explorando, no se pudieron quedar mucho por ahí abajo. Aun así, volvería, ya que Ariel les había invitado a pasarse por Atlántica cuando quisiesen.

Así habitación por habitación, cada una de ellas era un paisaje diferente con mil cosas por conocer. Finalmente, llegaron al piso de arriba de la casa, en la que había una puertecilla de manera que, si subías las escaleras que había tras ella, llegabas al desván. 

-¡Eh Ander!, ¿A qué mundo podemos ir ahora subiendo al desván?
-Podríamos hacer como que nos hemos encontrado una casa abandonada y mirar qué tiene la tía ahí guardado. Y si eso, nos inventamos que hay algún fantasma y nos vamos escondiendo.
-¡¡Genial!!

Y así hicieron, los dos trastos y ahora el valiente, volviendo a su forma original, perro Polvorón subieron a ver qué podían encontrar allí arriba. 

-¡Jo Elena, solo hay cajas, cajas, y más cajas! ¡Y llenas de ropa vieja!
-La tía dijo que los antiguos dueños se dejaron muchas cosas y que las guardó aquí. ¡Seguro que hay algo interesante!

Y se pusieron a abrir cajas, a ponerse sombreros de abuela, chaquetas de señor y a jugar con muñecas como con las que podía haber jugado su madre en la infancia.

-Ander, ¿Que puede ser esto? -dijo Elena sosteniendo un cuaderno viejo y roñoso entre sus manos.
-Parece un diario, ¿No? ¿Lo abrimos?

Y eso hicieron. Y de repente, se transportaron años atrás mientras leyeron el diario de aventuras de una explorada lejana. Supieron que se llamaba Laura porque había una página en la que ponía "Sobre mí", en la que la aventurera contaba cosas sobre ella. Después de esa página encontraron mil cosas más: supieron cómo fue su primer día de clase, qué cosas había leído, y los mundos que había descubierto: ¡¡Blogger y Google Sites!!

-¿Tú conoces esos mundos, Elena?
-No, quizás son mundos que están muy lejos, por África o por ahí.

Pero no era así, e investigando un poco más, descubrieron la realidad de ese tiempo.

-¡Qué pena que las cosas fuesen así Ander! Menos mal que las cosas han cambiado, que los niños estamos mejor y podemos jugar con todo lo que queramos.
-Sí, qué bien que todos los niños estemos mejor, y mira, las mamis, tías, abuelas, vecinas... ¡También!  
-Mira Ander, ¡Laura tambien hacía exploraciones como nosotros!
-¡Hala, qué bien se lo pasaban! Cuentan un montón de cosas que hicieron, cómo debatían sobre las clases... ¡Y haala, hasta hacían pósters! ¡Estos exploradores sí que hacían cosas!
¡¡Cuántos compañeros exploradores tenía Laura y su equipo Splitz!

-¡¡Pequeños monstruiiiiillos!! ¿¿Dóoonde estáis?? ¡¡La comida ya está preparada!!
-Jo, justo ahora que nos lo estábamos pasando tan bien -dijo Elena apenada.
-Tranquila Elena, escondamos esto y después de comer seguiremos viendo qué hacía la gente de aquella época. ¡Pero ahora corre, que hay macarrones para comer!  

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